Tres historias que demuestran que cada colegio merece una propuesta única
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El comienzo del curso está a la vuelta de la esquina y, con él, el inicio de las actividades extraescolares en decenas de centros educativos de Zaragoza. Mientras algunos equipos directivos y AMPAs sienten la tranquilidad de tener todo organizado, otros aún viven con cierta incertidumbre esa pregunta: ¿habremos tomado la decisión correcta?
En La Gymkana llevamos ya varias semanas trabajando mano a mano con colegios que han confiado en nosotros para este curso. Y lo cierto es que cada proyecto es único, porque cada colegio tiene su personalidad, sus necesidades y sus sueños.
Hoy queremos compartir contigo tres casos reales que ilustran cómo transformamos ideas en experiencias educativas que, de verdad, marcan la diferencia en la vida diaria de alumnos, familias y centros educativos.
Caso 1: El colegio que quería «tecnología con valores»
El reto: Un centro con una identidad muy marcada en sostenibilidad y pensamiento crítico nos planteó su dilema: querían incorporar robótica y tecnología, pero sin perder su esencia. No querían «pantallas por pantallas», sino actividades que conectaran la innovación con sus valores fundamentales.
Nuestra propuesta: Diseñamos un programa que llamamos «Tecnología consciente». Los alumnos aprenden programación creando proyectos que resuelven problemas reales del colegio: sensores para medir el consumo de agua, robots que separan residuos, aplicaciones para reducir el desperdicio alimentario en el comedor.
El resultado: Las familias nos comentan que sus hijos llegan a casa explicando no solo cómo funciona un robot, sino para qué lo están programando. Los alumnos conectan la tecnología con el impacto social, y el centro ha encontrado una forma de innovar sin traicionar su proyecto educativo.
Lo que nos enseñó: La tecnología no tiene por qué estar reñida con los valores. Solo hay que saber enfocarla.
Caso 2: El AMPA que necesitaba «conciliación real»
El reto: Un AMPA nos trasladó una situación muy común: muchas familias necesitaban horarios amplios y flexibles, pero también querían calidad educativa, no solo «aparcaniños». Además, la comunicación del proveedor anterior había sido un auténtico dolor de cabeza.
Nuestra propuesta: Creamos un sistema de «horarios inteligentes» donde las actividades se estructuran por bloques, permitiendo que cada familia elija la combinación que mejor se adapte a sus necesidades. Desde las 16:00 hasta las 18:30, con actividades rotativas que aseguran que ningún niño esté más de 45 minutos en la misma dinámica.
Para la comunicación, implementamos un sistema multicanal: WhatsApp para avisos urgentes, plataforma online para seguimiento de actividades, y reuniones presenciales mensuales con el AMPA.
El resultado: La participación aumentó un 40% respecto al curso anterior. Las familias destacan especialmente la tranquilidad de saber qué hace su hijo en cada momento y poder contactar directamente ante cualquier duda.
Lo que nos enseñó: La conciliación y la calidad educativa no solo son compatibles, se potencian mutuamente.
Caso 3: El centro que buscaba «algo diferente para cada edad»
El reto: Un colegio con alumnado desde infantil hasta secundaria quería una oferta que fuera realmente apropiada para cada etapa evolutiva. Estaban cansados de propuestas «talla única» que no terminaban de funcionar con ningún grupo de edad.
Nuestra propuesta: Desarrollamos lo que llamamos «experiencias por etapas». Para los más pequeños, actividades que potencian la psicomotricidad y la creatividad a través del juego simbólico. Para primaria, proyectos colaborativos que combinan ciencia, arte y deporte. Para secundaria, talleres que conectan con sus intereses reales: producción musical, diseño gráfico, emprendimiento social.
Pero la clave no estaba solo en las actividades, sino en los espacios y metodologías: los pequeños necesitan espacios acogedores y rutinas claras, los mayores buscan protagonismo y autonomía.
El resultado: Por primera vez en años, no han tenido ninguna baja voluntaria. Los hermanos de diferentes edades no se «contagian» el aburrimiento entre ellos, porque cada uno vive su propia aventura adaptada a lo que realmente necesita en su momento vital.
Lo que nos enseñó: Respetar el desarrollo evolutivo no es un detalle, es la base de todo aprendizaje significativo.
El hilo común: escuchar antes que proponer
En los tres casos, el punto de partida fue el mismo: escuchar.
Escuchar al equipo directivo, al AMPA, y también a los alumnos y familias. Porque no existe una fórmula mágica universal para las extraescolares. Existe la capacidad de adaptar nuestra experiencia y recursos a lo que cada comunidad educativa necesita y sueña.
Cada colegio tiene su ritmo, sus espacios, sus valores y sus circunstancias. Nuestro trabajo consiste en tomar todo eso y convertirlo en un programa de actividades que no solo funcione, sino que emocione.
Más allá de las actividades: construir comunidad
Lo que más nos llena de estos proyectos no son solo las sonrisas de los niños (que también), sino ver cómo las extraescolares se convierten en un punto de encuentro para toda la comunidad educativa. Las familias que se conocen esperando a la salida, los profesores que se interesan por lo que hacemos, los alumnos mayores que ayudan a los pequeños…
Las extraescolares bien diseñadas no solo ocupan tiempo: crean vínculos, despiertan pasiones y refuerzan la identidad del centro.
El curso está a punto de empezar!
Si tu colegio ya tiene organizadas las extraescolares para este curso, te animamos a observar cómo evoluciona todo en estas primeras semanas. ¿Los niños salen contentos? ¿Las familias están informadas? ¿Las actividades conectan con lo que el centro quiere transmitir?
Y si aún estás en proceso de decisión o tienes dudas sobre cómo mejorar lo que ya tenéis, recuerda que no hay dos colegios iguales, y por eso no debería haber dos propuestas de extraescolares iguales.
En La Gymkana creemos que cada centro merece una propuesta única, pensada específicamente para su realidad y sus sueños. Porque cuando las extraescolares están bien diseñadas y gestionadas, se nota. Y mucho!.
Los niños corren hacia ellas en lugar de arrastrar los pies. Las familias preguntan con interés en lugar de quejarse. Y los equipos directivos y Ampas respiran tranquilos sabiendo que esa parte está en las mejores manos.
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